Para los griegos de la antigüedad el centro del mundo se encontraba en Delfos, y más específicamente en el oráculo del dios Apolo, en cuyo interior se encontraba el ónfalos, la piedra que Cronos vomitó el día que fué destronado por su hijo Zeus. Dentro del templo y dentada en un trípode, la pitonisa emitía los oráculos que determinaban el rumbo de la vida de los que allí acudían, ya fuera para descifrar un sueño, interpretar un augurio o para que se les revelará el futuro. Escrita en el dintel de la puerta se encontraba la famosa inscripción <Conócete a ti mismo>.