miércoles, 24 de abril de 2024

La preparación

Un mes de abril, en una lancha, rodeados por el vasto océano y el cielo infinito, un grupo de amigos se preparaba para una inmersión, un ritual que los conectaba con la profundidad del mar y consigo mismos. Mientras se ajustaban sus equipos de buceo, la conversación fluía como las corrientes marinas que pronto explorarían.

Eduardo, con manos expertas, examinaba su regulador con la destreza de un marinero acostumbrado a lidiar con las mareas. Mientras tanto, Joseph, meticuloso, ajustaba cada manguera de su chaleco de buceo con la precisión de un relojero afinando un complicado mecanismo. Julieta, enfocada en su propio equipo, deslizaba sus aletas con gracia, consciente de la importancia de cada detalle en su inmersión inminente. George, capturando momentos y realizando videos de todo aquello que acontecía en ese momento, disfrutando de la brisa marina acariciar su rostro.

Los pensamientos fluían al ritmo de las manecillas del reloj. Una voz rompió el silencio: -¿Se han preguntado alguna vez cómo buscamos la felicidad en lo extraordinario y olvidamos las pequeñas cosas que nos da la vida?-, reflexionó Julieta; sus palabras resonaban como el eco del viento surcando el mar en calma.

A un costado se encontraba Joseph, su rostro reflejaba la serenidad de un filósofo contemplando el universo, expresado con sabiduría. -¡Es cierto!-, admitió, mientras analizaba la calidad del gas de su tanque de aire con la solemnidad de quien entiende el valor de cada respiración y la destreza de un cirujano.

Mientras tanto, Eduardo, con la determinación de un navegante decidido a surcar aguas desconocidas, finalizaba la preparación de su equipo y con un gesto seguro, respondió con un tono alegre: -¿Cómo disfrutar de la calidez de un abrazo sincero o el aroma de un café recién hecho en la mañana sin disfrutar del momento?, añadió con alegría, su voz resonando con una calidez que recordaba al sol naciente sobre el mar, haciendo sonreír a todos los que se encontraban en la lancha.

El sol, testigo silencioso de sus reflexiones, teñía el agua con destellos dorados, creando un escenario mágico para la conversación entre amigos mientras completaban su equipo de buceo. Momentos qué fueron capturados por George, fotografías únicas de aquel entorno marino lleno de alegría y determinación.

-¡Exactamente!- exclamó Julieta, con una mirada perdida en el horizonte infinito del mar, contemplando la isla de en medio, al tiempo que realizaba los últimos ajustes de su equipo, mencionó con alegría: -El mar nos recuerda que el tiempo es un recurso precioso y limitado, y que debemos aprovecharlo para seguir nuestros sueños y encontrar la felicidad en el camino.-

-Además, no podemos permitir que las opiniones de los demás nos impidan buscar la felicidad verdadera-, agregó Joseph, con una voz resonando con la fuerza de quien ha navegado a contracorriente.

-¡Así es!-, exclamó Eduardo, mostrando un semblante sereno, reflejando la convicción de quien ha encontrado la paz en las profundidades del océano.

Ya con su equipo en la espalda y preparándose para la inmersión, Eduardo mencionó: -La felicidad es una decisión personal, y está más relacionada con nuestra actitud y nuestras acciones que con cosas materiales y con cada buceo experimento la felicidad de vivir.-

La picuda, así como se llamaba la lancha, fue testigo de sus reflexiones. Se acercaba lentamente al punto de buceo, y los amigos, con sus equipos listos y sus corazones llenos de determinación, se preparaban para sumergirse en las profundidades del mar. 

Mientras tanto, George, un gran buzo; se quedó contemplando el firmamento y meditando la conversación de sus amigos, que olvidó preparar su equipo. -¿Cómo vas amigo?- preguntó Eduardo a George. -¡Ya voy! Respondió alegremente, al tiempo que terminó de realizar los últimos ajustes de su equipo, con la destreza y dedicación de un ingeniero que ama bucear.

Uno a uno fueron saltando al agua y con ello, cada respiración y cada movimiento, los cuatro amigos llevaban consigo la certeza de que cada instante de la vida merece ser valorado y disfrutado plenamente cada momento de sus vidas.  Fueron grandiosos los vuceos donde contemplaron hermosos paisajes de corales que ocultos, les  aguardan en las profundidades del océano.

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