En el vasto mar del ser, el amor zarpa. Con el sabor completo de la vida, se arropa.
Pesa en cada abrazo, traza su camino,
Y en cada beso, su destino divino.
No es pasajero ni aventura efímera,
En el alma eterna, su esencia perdura.
Como un lazo que al hombre envuelve,
En las dimensiones divinas, eternas se resuelve.
En cada latido, en cada suspiro,
El amor se despliega, en su eterno susurro.
Bajo el manto de la eternidad, se acurruca,
Pues solo en Dios encuentra su morada plena.
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